El avance de la RSE sigue imparable, pero no hay duda de que aún queda mucho camino por recorrer. En el contexto presente de las organizaciones encontramos empresas que aún no han implementado ninguna política de responsabilidad social corporativa por miedo o por desinformación. Este es el caso de la mayoría de las PYMES, que ofrecen resistencias al cambio, entre otras cosas porque están muy preocupadas por el coste de la RSC.

En la práctica, los planteamientos éticos no suponen ningún gasto. Además, la mejora continua a la que obliga la RSC supone un ahorro de costes debido a la mejora de procesos y a la disminución de gastos superfluos.

La formación en Responsabilidad social en las pequeñas y medianas empresas puede ayudar a resolver las dudas y miedos que suponen una barrera para dar el salto hacia la sostenibilidad.

Otras empresas que parecen plantearse la necesidad de la responsabilidad social como exigencia de mercado, sin embargo entran de puntillas y presentan grandes incoherencias entre lo que comunican y lo que realmente hacen. Encontramos información de algunas empresas que defienden la importancia de la responsabilidad en su negocio, y se identifican con valores como la exigencia, la calidad, el crecimiento sostenible,… sin embargo no cuentan ni si quiera con un Departamento de Recursos Humanos. Es decir, sus valores van por un lado y la práctica por otro. Si tu plan de Responsabilidad social no contempla a los miembros de la propia organización es que tienes un plan pero de otra cosa. Los valores van en línea con la misión.

El buen planteamiento y desarrollo del plan de acción de Responsabilidad también es fundamental para evitar y superar las resistencias.

Las resistencias pueden ser de tipo ideológico. La Responsabilidad social empresarial desborda la razón de ser de la empresa. Recordemos que hasta hace relativamente poco la mayor responsabilidad de la empresa se centraba en aumentar sus beneficios (Friedman 1970), y el único grupo de interés que se contemplaba era el de los accionistas y en todo caso los clientes porque de ellos dependían los beneficios.

 

Este cambio ideológico supone resistencias por parte de la dirección principalmente.

Asimismo se contemplan como barreras a los planes de RSE, el miedo al exceso de regulación y normativa y la creencia de que supone un incremento de los costes. Miedos

 

A estos miedos tenemos que sumar las dificultades para demostrar los beneficios de nuestro plan ya que las compañías están sometidas a las dictaduras de los resultados cortoplacistas. El verdadero problema es la integración de la RSE es un nuevo modelo de gestión empresarial.

El cambio de racionalidad empresarial, enfocado en la creación de valor para todos los grupos de interés y no solo en la maximización de beneficios, integra la ética y la responsabilidad como elementos imprescindibles para el desarrollo sostenible.

La RSE ahora es entendida como compromiso por sus impactos en todos los grupos de interés, integrando en la estrategia empresarial la responsabilidad como un medio de generar valor a todos los productos de la empresa.

Para la buena acogida del plan es fundamental la información sobre lo qué es y lo que no es la Responsabilidad social empresarial, y sobre todo sobre sus ventajas y beneficios para la empresa.

Si logramos esto, convertiremos nuestra empresa en una organización que aprende. Las organizaciones aprenden a desarrollar capacidades organizativas para el aprendizaje innovador. Así podemos hablar de la humanización como un proceso de aprendizaje mediado organizacionalmente.

La organización que aprende es aquella que aprende continuamente y que se transforma a sí misma. Aprender es un proceso estratégicamente utilizado. Aprender da lugar a cambios en el conocimiento y aumenta la capacidad organizativa para la innovación. La unidad básica del aprendizaje de las organizaciones es el equipo. (Management, Watkins y Marsick)

La buena planificación, formación y comunicación pueden ser la clave del éxito a la hora de lograr la integración transversal de la RSE en el modelo de gestión empresarial. De esta forma, no quedará reducida a un conjunto de buenas prácticas. Hay que avanzar hacia planteamientos más vinculados a la realidad empresarial concreta que cambien la mentalidad de las empresas a través del aprendizaje organizacional.

 

 

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