Un líder es un jefe o guía que tiene la capacidad y carisma para influir sobre los demás. Esta sería una definición básica, sin entrar en detalles. Quería destacar,  la importancia de la capacidad de influir sobre los demás. La manera de utilizar esta influencia es clave para detectar si se trata de un líder o de un demagogo.

El demagogo es aquél que ejerce la demagogia que para tener claros los términos: consiste en apelar a prejuicios, emociones, miedos y esperanzas del público para ganar apoyo popular, frecuentemente mediante el uso de la retórica y la propaganda.

Para ilustrar la gran diferencia entre verdaderos líderes y demagogos me viene a la mente la manía que tenía Platón a los poetas de la época. En su diálogo Fedro encontramos esta cita:

“quien pretende ser orador, no necesita aprender qué es, de verdad, justo, sino lo que opine la gente que es la que va a juzgar; no lo que es verdaderamente bueno o hermoso, sino solo lo que lo parece. Pues es de las opiniones de donde viene la persuasión, y no de la verdad”.

Al sofista en este caso lo que le interesa es tener razón y convencer a los demás de que la tiene, independientemente de que lo que diga se corresponda o no con la verdad.

Ésta es la idea: La diferencia entre los demagogos, poetas u oradores en tiempos de Platón y los verdaderos líderes, sostenibles y eficaces es cuestión de actitud.

El líder tiene en sus acciones cierto carácter  de moralidad científica, por lo tanto posee una actitud de honradez y humildad intelectual. Parte del reconocimiento de sus propios límites y no pretende utilizar su influencia para lograr objetivos que le beneficien sólo a él, o crear expectativas erróneas en los demás.

El demagogo en cambio, tiene una actitud no honrada, y no humilde, pseudocientífica. No le interesa lo más mínimo la verdad de lo que dice ni la honradez de los argumentos que defiende.  No le importaría asegurar que el crecepelos que vende sirve para curar también los juanetes. Pero, es tan persuasivo que logra la credulidad de su audiencia, y consigue beneficiarse con ello.

Hay muchos “ejemplares” de estos, pseudolíderes o demagogos, con gran influencia pero nada de verdad.

Su poder radica en la capacidad de persuadir y de manejar su discurso vacío. Nuestra sociedad está llena de ellos en diferentes ámbitos: políticos, aquí es muy evidente, permítanme no poner ejemplos.

En los medios de comunicación, se consigue generar y manejar opiniones a través de la manipulación. Desde estos medios resulta muy sencillo!

En las empresas y organizaciones, hay muchos casos de liderazgo intersado, en las Universidades, en los colegios, …en los niños ya podemos observar la diferencia entre el líder con valores y los poderosos abusones.

Tiene que quedar claro que no todo vale. El liderazgo sin valores no se sostiene en el tiempo.

 

el flautista hamelin

El verdadero líder no se apoya en su propio interés, sabe sacar lo mejor de los demás y conduce a las personas, los equipos, los movimientos, los grupos,  las naciones hacia lo más objetivamente conveniente. El líder es un estratega eficaz pero prudente. Hablamos de prudencia aristotélica. Un líder que busca el bien en sí mismo, el suyo y el de los demás.

El demagogo se identifica porque le basta con embaucar, su finalidad es su propio bien, suelen ser maestros de la retórica y la oratoria, mucho cuidado porque arrastran masas! Pero crean confusión.

Si somos líderes conviene caer en la cuenta que no vale cualquier forma de liderazgo, y de que tenemos más responsabilidad que los que no ejercen influencia sobre otros. En cualquier caso como liderados, (porque aunque no lo creamos a todos nos lideran en algo), fijémonos bien  quién maneja nuestra barca y en quién depositamos nuestra confianza, no vaya a ser que seamos como los ratones para el flautista de Hamelin y terminemos en el río.

 

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