Responsabilidad social empresarial

Homo Consumens: la especie consumista

“Vivimos en una época en la cual, las cosas innecesarias son nuestra única necesidad”  Oscar Wilde

Hoy precisamente leía un artículo titulado «Por qué crees que necesitas el nuevo iPhone«, y es éste precisamente el tema de la reflexión que nos ocupa ¿por qué nos hemos convertido en la nueva especie consumidora? ¿cuáles son nuestras razones y motivaciones para consumir?

No hay duda de que una de las motivaciones más poderosas de nuestra vida es el afán de consumo; trabajamos más, hacemos horas extra, sacrificamos el tiempo con nuestros amigos y familiares, el tiempo para nosotros mismos, …todo porque “necesitamos” una casa más grande, un coche mejor, vestir a nuestros hijos a la última (con ropa cara) e ir de vacaciones a Florida,…

Todos somos consumidores. No hay nada malo en el hecho de consumir, para vivir, para satisfacer necesidades o deseos, pero esto ha cambiado a lo largo de la historia hasta el punto de que en el presente podemos afirmar que “vivimos para consumir”. Eric Fromm en 1965 fue el primero en acuñar el término de “homo consumens” para referirse al hombre cuyo objetivo principal no es poseer cosas sino consumir cada vez más para compensar así su vacío interior.

Pero consumir no es, ni tiene que ser la esencia de ser humano, sino un rasgo común a todos los seres vivos. La verdadera esencia del ser humano es la libertad, que sin embargo, se ve comprometida y supeditada a nuestro afán de consumo.

Consumir es una acción de relevancia ética, y más cuando en nuestro mundo pasan hambre unos 800 millones de personas. El consumo como “problema”, o tal vez como protagonista de nuestra realidad social merece cuanto menos una reflexión, que empieza a ser urgente. Para esto recomiendo sinceramente la lectura de dos libros que creo que abordan este tema de forma magistral: El primero es de Adela Cortina, “Por una ética del Consumo”. Es una brillante reflexión sobre el Consumo, los porqués de nuestro consumismo, y las nuevas relaciones que se producen debido a nuestra forma de entender el consumo. Es tanto un Manual de ética, como un libro de cabecera para concienciar sobre nuestra forma de vida. Y en esto de la concienciación Brenda Chávez, en su libro “ Tu Consumo puede cambiar el mundo”, expone la realidad actual con cientos de datos, casos, modelos, ejemplos,…que ilustran el problema del consumo y sus terribles consecuencias en nuestro mundo globalizado.

El problema del consumo en nuestros días no tiene nada que ver con lo se entiende por consumir bienes, productos y servicios para sobrevivir o vivir con dignidad. La definición sin duda ha cambiado. Consumir hoy, supone optar por un estilo de vida determinado que termina configurando nuestra forma de ser y de relacionamos con los demás, y llenando nuestros vacíos. Como señala A. Cortina en su libro, no es lo mismo ir a comprar que “ir de compras”.

Podemos definir nuestra Sociedad como consumista porque en ella el consumo es la dinámica central de la vida social, y esencialmente el consumo de “cosas” no necesarias para la vida.

“Además de tratarse de una economía del exceso y los desechos, el consumismo es también, y justamente por esa razón, una economía del engaño” Zygmunt Bauman

 

El consumismo no gira en torno a la satisfacción de deseos, sino en el surgimiento de deseos siempre nuevos. Lo importante no es que las cosas duren, sino renovarlas continuamente.

Aunque inmersos en la era en la que el consumismo dicta las reglas, surgen cada vez más movimientos que pretenden “concienciar” y detener el problema. Este modelo y esta forma de vida tienen los días contados, o mejor dicho, hace que nosotros, las generaciones que vienen, y nuestro planeta tengan los días contados.

El resultado de vivir para consumir atenta contra las tres dimensiones en la que se basa la Responsabilidad social, el triple criterio: ambiental, social y ético-económico, que afecta, a cada persona, no sólo a las Organizaciones y empresas, sino y sobre todo, a la responsabilidad personal individual.

Es imprescindible que todos respaldemos y nos sumemos a iniciativas sociales como la economía circular, al movimiento “cradle to cradle”, hay que cerrar el ciclo, y terminar con el consumo lineal que está agotando los recursos del planeta.

Hay que apoyar el consumo de productos responsables, y de comercio justo, aquéllos que tienen en su trazabilidad una historia de respeto a las personas que han participado en su producción y al medio ambiente. Y que además se obtienen y venden de manera ética. Esto se viene llamando consumo responsable. Muchas de las grandes Organizaciones están cambiando su forma de producir, y los consumidores responden de forma positiva. Sin embargo, el cambio de decisivo y eficaz sólo puede venir por el cambio de mentalidad en la forma de entender el consumo.

Este cambio de actitud supone abrazar una verdadera ética social del consumo, saber que las decisiones que tomamos cada día como consumidores pueden y de hecho, están cambiando el mundo y comprometiendo la supervivencia del planeta, y no sólo en cuanto al agotamiento de los recursos naturales y las catástrofes medioambientales, sino también en cuanto a la absoluta injusticia y desigualdad social que genera. Una parte de mundo vive explotado y trabaja en condiciones inhumanas para poder sobrevivir con tan sólo un 20% del consumo mundial para que la otra cara del mundo pueda seguir consumiendo el 80% de los bienes y servicios del planeta.

Consumir supone elegir cada día. Nosotros somos seres consumidores, pero antes que eso, somos personas responsables y razonables que atienden a esa «guía para vivir bien» que es la ética, que nos conduce a una felicidad auténtica, que no es efímera y material.

Ser consumidor consciente y responsable es mucho más que sólo elegir productos de comercio justo, reciclados, sostenibles y de empresas con valores. Supone optar por un estilo de vida que piensa a largo plazo, que no cambia de bolso porque el logo de la marca ha cambiado esta temporada, ni cambia de dispositivo móvil porque se ha lanzado el último modelo…Ser consumidor responsable significa por encima de todo, no vivir angustiado por el ansia de renovación constante de los objetos, y no entender el consumo como un medio de reconocimiento social.

Está en nuestras manos cambiar esta situación, educar y formar a nuestros hijos y jóvenes en una ética del consumo y de la vida, pero hay que empezar por nosotros hoy y ahora y preguntarnos, ¿qué nos hizo creer que el consumo sin límites es el camino más seguro hacia la felicidad? 

 

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  1. Marcos