Todos somos consumidores cuando menos, esporádicos de comida rápida, pero afirmamos que nos gusta más la comida casera, normalmente porque se cocina con tiempo, y se saborea aún con más tiempo y en buena compañía. Valoramos los productos que no están fabricados en serie, un bordado, un detalle de orfebrería, la cerámica, el queso y la cerveza artesana,… todo aquello cuyo valor radica precisamente en su proceso de producción, hecho de otra manera, de forma especial, diferente y cuidada, “Hechos a mano”.

Esto es lo que significa la palabra Artesanía, que se refiere tanto al trabajo del artesano (normalmente realizado de forma manual por una persona sin el auxilio de maquinaria o automatizaciones), como al objeto o producto obtenido en el que cada pieza es distinta a las demás. Para que una artesanía sea tal, el producto debe ser trabajado a mano y cuanto menos procesos industriales tenga más artesanal va a ser. La artesanía es un objeto totalmente cultural, ya que tiene la particularidad de variar dependiendo de la cultura, el paisaje, el clima y la historia del lugar. (Definición tomada de wilkipedia)

Esta definición sirve para ilustrar la idea que de que el valor del producto está en el tiempo que se ha dedicado a hacerlo y a pensarlo. Cada producto hecho de forma artesana es único, diferente y especial.

El valor añadido que tiene «la artesanía» produce magia si lo aplicamos al trabajo con personas, a la gestión de nuestro capital humano. Estoy convencida de que es la clave del éxito de todo el sistema si además lo aplicamos durante todo el proceso, desde la selección, hasta el cuidado de cada empleado en el día a día. Así se logra el compromiso y el enamoramiento de nuestros colaboradores con la empresa y con su puesto de trabajo.

Para trabajar con personas, y por las personas no sirve la automatización, el trabajo sistemático y en serie. No sirve homogeneizar y uniformizar los procedimientos. Creo que no hay nada más injusto que la igualdad. Sí, sé que puede sonar escandaloso, pero estoy en contra de la igualdad. Yo no quiero que me traten igual que a otra persona. Lo que quiero es que me traten de forma diferente. Quiero que lo que me ofrezcan sea pensando en mí. Quiero que personalicen mi proceso, que me llaman por mi nombre y que se den cuenta de que mis necesidades, mis demandas y lo que yo puedo ofrecer no es lo mismo que lo que ofrecería otra persona. En esto reside el éxito de la Gestión de personas, del capital humano, o de los Recursos Humanos, cada uno que elija su terminología preferida. Esto supone sentirse reconocido, sentirse escuchado, y sentir que formas parte de un proyecto que cuenta contigo.

Lo que más valoramos como clientes en una empresa es un trato diferenciado, personal, es la clave del éxito de la atención al cliente. Algo que los departamentos de Marketing han observado hace ya tiempo, por esta razón las empresas nos escriben los emails a nuestro nombre, como si nos conocieran de toda la vida, las latas de Coca-Cola nos invitan a beberlas con nombre y apellidos, y el éxito de las empresas de servicios está en ofrecer productos casi a la carta, personalizados. Todo aquello que nos hace sentir especiales, diferentes y únicos nos gusta. Y por supuesto, esto es también lo que más valoramos como empleados de una empresa.

Pero, ¿Por qué esto resulta a veces tan difícil de aplicar en las Organizaciones, y tan difícil para los Departamentos de Recursos Humanos? Porque supone en primer lugar un trabajo previo muy importante, hay que desarrollar una cultura empresarial fuerte, sólida, bien enraizada. Recordemos que la definición de artesanía decía que es un objeto cultural, que varía dependiendo de la cultura y la historia. Este es el primer paso, identificar los valores y los principios que forman nuestra identidad corporativa.Una vez establecidos estos principios básicos, es cuando las Organizaciones se distinguen unas de otras por el buen hacer de sus profesionales, por el buen Gobierno corporativo, pero sobre todo se distinguen por cómo tratan a las personas. Las políticas generales crean el marco legal dónde caben las identidades individuales, es decir las diferencias personales que enriquecen y son el verdadero valor de la Organización .

Cuando tenemos el sustrato, podemos ocuparnos de la Gestión de la diversidad. La atención a la diversidad, no implica solamente tener una plantilla diversa en cuanto a culturas, géneros y procedencia. Es sobre todo y principalmente estar atento a las necesidades de cada persona. Todos somos iguales sí, pero a la vez ¡tan diferentes.!! Cada uno de nosotros tiene una visión del mundo, cada uno tiene su propia circunstancia, como diría Ortega.

Tener una plantilla diversa sin una buena gestión y atención personal y diferenciada, no es para nada recomendable. Por eso hay que tener cuidado con prestar atención sólo a los datos. Muchas empresas enumeran a modo de lista el número de empleados que tienen con discapacidad, el número de mujeres y el número de personas inmigrantes o de colectivos en riesgo de exclusión. Pero sólo si de verdad esos datos se convierten en personas y son atendidas con el cuidado y la atención que merecen, podremos hablar de “atención a la diversidad”.

Antes de cualquier cambio o transformación urgente en la Organización necesitamos contar con Artesanos de Recursos Humanos. Para poder trabajar con personas no vale la estandarización.

Y es que lo justo no supone siempre lo mismo para todos. ¿Acaso son iguales las necesidades o demandas de una persona de 48 años, con 15 años de antigüedad en la Organización que las de una persona de 22 años que lleva un año en la Compañía? ¿O las de una personas que trabaja en un puesto de producción a turnos, y la que trabaja en una oficina con horario comercial?

El verdadero cambio que necesitamos en la gestión del Capital Humano es la atención personal y diferenciada, el trabajo artesano, eso es de verdad ser una empresa responsable y sobre todo deseable.

«Todo el mundo es extraño y maravilloso para unas pupilas bien abiertas.» José Ortega y Gasset

 

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